La obra pictórica de Mario Toral ha ido siempre cambiando según sus intereses expresivos, mutando técnicamente desde texturas telúricas, hasta una geometría perfecta, desde una técnica depurada a un grafismo expresionista, pero lo que ha sido constante en sus obras es la presencia del ser humano como material arcilloso al que modela a su gusto, también los espacios intervenidos por figuras geométricas o formas orgánicas que lo cruzan.
Del dibujo dice lo siguiente: “Cuenta una leyenda que el arte del dibujo nació cuando un joven al contemplar la figura de su amada, con piedras y arena recorrió el contorno de la sombra que ella proyectaba en el suelo. Quiso de esa manera que lo efímero se perpetuara y aquello que para él era precioso fuera compartidos por otros”.